Fausto – Johann Wolfgang Von Goethe
Cuarto de Margarita
Margarita, sentada junto a su rueca.
¡Mi quietud, perdida,
triste mi alma está
y ya jamás, nunca,
jamás volverá!
Donde no le tengo,
me siento morir
y sin él, el mundo
no puede existir.
Mi débil cabeza
se me trastornó.
Mi débil sentido
se me quebrantó.
De casa lo espío
con ansia cruel
y si a veces salgo,
es solo por él.
Su porte grandioso,
su noble perfil,
su afable sonrisa,
su cejo viril.
Y su habla tan dulce,
dulce cual no la hay,
sus gratos saludos
y sus besos, ¡ay!
El alma lo anhela
tan solo seguir:
¡si siempre en mis brazos
pudiéralo asir!
Y besarlo cuanto
fuera mi placer,
aun cuando en sus besos
deba fenecer.