Fausto – Johann Wolfgang Von Goethe
Dedicatoria
Volvéis de nuevo, sombras vacilantes;
que ya mi turbia vista otra vez viera.
¿Hoy trataré de asiros como enantes?
¿Delirio tal, mi corazón altera?
¡Ya os apiñáis! Y os veo, volteantes,
de entre el vapor y niebla, salir fuera;
mi pecho aspira, al hechicero aliento
que a vos os mece, juvenil contento.
Trasuntos me traéis de alegres días
y muchas gratas sombras reaparecen.
Como casi extinguidas melodías
amor primero y amistad parecen;
renuévase la pena; las sombrías
querellas del vivir incierto crecen
y nómbranme los buenos que siguieron
a la suerte falaz y ya murieron.
No escuchan, no, mi subsiguiente canto
las almas que el primero me han oído;
deshecho está todo amical encanto
y el eco primero ¡ay! desvanecido.
Ignota turba me oye; y mi quebranto
acrecienta, su aplauso repetido;
los que, con mi cantar, gozaron antes
si viven, andan, por el mundo errantes.
Siento, por ese ledo y grave coro
de espíritus, anhelo vehemente;
mi canto suave flota con sonoro
murmurio que las harpas eólias miente.
Estremézcome, el lloro sigue al lloro
y el fuerte corazón muelle se siente.
¡Miro lejos de mí cuanto poseo
y lo que huyó, realidad lo creo!