VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CCV. De los valerosos capitanes y fuertes soldados que pasamos dende la isla de Cuba con el venturoso y muy animoso capitán don Hernando Cortés, que después de ganado Méjico fue marqués del Valle y tuvo otros ditados.

Primeramente, el mismo marqués don Hernando Cortés murió junto a Sevilla, en una villa que se dice Castilleja de la Cuesta.

Y pasó don Pedro de Albarado, que después de ganado Méjico fue comendador de Santiago y adelantado y gobernador de Guatimala y Honduras y Chiapa; murió en lo de Xulisco yendo que fue a socorrer un ejército de españoles que estaba sobre el peñol de Cochitlán, según lo he dicho y declarado en el capítulo que dello habla; y pasó Gonzalo de Sandoval, que fue capitán muy preeminente y alguacil mayor, y fue gobernador cierto tiempo en la Nueva España cuando Alonso de Estrada gobernaba. Tuvo dél grande noticia, y de sus heroicos hechos, su majestad, y murió en la villa de Palos yendo que iba con don Hernando Cortés a besar los pies a su majestad; y pasó un Cristóbal de Olí, esforzado capitán y maestre de campo que fue en las guerras de Méjico, y murió en lo de Naco degollado por justicia, porque se alzó con una armada que le había dado Cortés.

Estos tres capitanes que dicho tengo, fueron muy loados y alabados delante de su majestad cuando Cortés fue a la corte, porque dijo al Emperador nuestro señor que tuvo en su ejército, cuando conquistó a Méjico y Nueva España, tres capitanes que podían ser tenidos en tanta estima como los muy afamados que hubo en el mundo. El primero que dijo fue don Pedro de Albarado, que, demás de ser esforzado, tenía gracia en su persona y parecer para hacer gente de guerra; y dijo por el Cristóbal de Olí que era un Héctor en el esfuerzo para combatir persona por persona, y que si como era esforzado tuviera consejo, fuera muy más tenido en el esfuerzo que suelen decir de Héctor, mas había de ser mandado; y dijo por el Gonzalo de Sandoval que era tan valeroso y esforzado capitán y de buenos consejos, que podía ser uno de los buenos coroneles que ha habido en España, y que en todo era tan bastante, que osara decir y hacer.