VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CORTÉS, MARQUÉS DEL VALLE; ÚLTIMOS AÑOS

CAPÍTULO CXCV. Cómo vinieron cartas a Cortés de España, del cardenal de Sigüenza don García de Loyaisa, que era presidente de Indias y luego fue arzobispo de Sevilla, y de otros caballeros, para que en todo caso se fuese luego a Castilla, y le trujeron nuevas que era muerto su padre Martín Cortés; y lo que sobre ello hizo.

Ya he dicho en el capítulo pasado lo acaecido entre Cortés y el tesorero y el factor y veedor, e por qué causa lo desterró de Méjico, y cómo vino dos veces el obispo de Tlascala a entender en amistades, y Cortés nunca quiso responder a cartas ni a cosa ninguna que le dijesen, y se apercibió para ir a Castilla; y le vinieron cartas del presidente de Indias don García de Loyosa, y del duque de Béjar y de otros caballeros, en que le decían que, como estaba ausente, daban quejas delante de su majestad, y decían en las quejas muchos males y muertes que había hecho dar a los gobernadores que su majestad enviaba, y que fuese en todo caso a volver por su honra; y le trujeron nuevas que su padre Martín Cortés era fallecido; y como vio las cartas, le pesó mucho, ansí de la muerte de su padre como de las cosas que dél decían que había hecho, no siendo ansí; y se puso luto, puesto que lo traía en aquel tiempo por la muerte de su mujer doña Catalina Suárez la Marcayda, e hizo gran sentimiento por su padre, y las honras lo mejor que pudo; y si mucho deseo tenía de antes de ir a Castilla, dende allí adelante se dio mayor priesa, porque luego mandó a su mayordomo, que se decía Pedro Ruiz de Esquivel, natural de Sevilla, que fuese a la Veracruz, y de dos navíos que habían llegado, que tenían fama que eran nuevos y veleros, que los comprase; y estaba apercibiendo bizcocho y cecina y tocinos y lo perteneciente para el matalotaje muy cumplidamente, como convenía para un gran señor y rico que Cortés era, y cuantas cosas se pudieron haber en la Nueva España que eran buenas para el mar, y conservas que a Castilla vinieron; y fueron tantas y de tanto género, que para dos años se pudieran mantener otros dos navíos, aunque tuvieran mucha más gente, con lo que en Castilla les sobró.

Pues yendo el mayordomo por la laguna de Méjico en una canoa grande para ir a un pueblo que se dice Ayotcingo, que es donde desembarcan las canoas, que por ir más presto a hacer lo que Cortés le mandaba fue por allí, y llevó seis indios mejicanos remeros y un negro, e ciertas barras de oro para comprar los navíos; y quien quiera que fue, le aguardó en la misma laguna y le mató, que nunca se supo quién ni quién no, ni pareció canoa ni indios ni el negro que la remaba, salvo que dende allí a cuatro días hallaron al Esquivel en una isleta de la laguna, el medio cuerpo comido de aves carniceras. Sobre la muerte deste mayordomo hubo grandes sospechas, porque unos decían que era hombre que se alababa de cosas que decía él mismo que pasaba con damas e con otras señoras,…