VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CLXXXIII. Cómo Cortés desembarcó en el puerto que llaman de Trujillo, y cómo todos los vecinos de aquella villa le salieron a recebir y se holgaron mucho con él, y de todo lo que allí hizo.

Como Cortés se hubo embarcado en el puerto de Caballos, y llevó en su compañía muchos soldados de los que trujo de Méjico y los que le envió Gonzalo de Sandoval, y con buen tiempo en seis días llegó al puerto de Trujillo; y cuando los vecinos que allí vivían, que dejó poblados Francisco de las Casas, supieron que era Cortés, todos fueron a la mar, que estaba cerca, a le recebir, y le besaron las manos, porque muchos vecinos de aquellos eran bandoleros de los que echaron de Pánuco, y fueron en dar consejo a Cristóbal de Olí para que se alzase, y los habían desterrado de Pánuco, según dicho tengo en el capítulo que dello habla; y como se hallaban culpantes, suplicaron a Cortés que les perdonase; y Cortés con muchas caricias y ofrecimientos los abrazó a todos y los perdonó, y luego se fue a la iglesia, y después de hecha oración, le aposentaron lo mejor que pudieron, y le dieron cuenta de todo lo acaecido del Francisco de las Casas y del Gil González de Ávila, y por qué causa degollaron a Cristóbal de Olí, y cómo se habían ido camino de Méjico, y cómo habían pacificado algunos pueblos de aquella provincia; y como Cortés bien lo hubo entendido, a todos los honró de palabras y con dejalles los cargos según y de la manera que los tenían, excepto que hizo capitán general de aquellas provincias a su primo Saavedra, que ansí se llamaba, lo cual tuvieron por bien.

Y luego envió a llamar a todos los pueblos comarcanos, y como tuvieron nueva que era el capitán Malinche, que ansí le llamaban, y sabían que había conquistado a Méjico, luego vinieron a su llamado y le trujeron presentes de bastimentos; y cuando se hubieron juntado los caciques de cuatro pueblos más principales, Cortés les habló con doña Marina y les dijo las cosas tocantes a nuestra santa fe, y que todos éramos vasallos del gran emperador que se dice don Carlos de Austria, y que tiene muy grandes señores por vasallos, y que nos envió a estas partes para quitar sodomías y robos e idolatrías, y para que no consienta comer carne humana., ni hubiesen sacrificios ni robasen, ni se diesen guerra unos a otros, sino que fuesen hermanos y como tales se tratasen, y también venía para que diesen la obediencia a tan alto rey y señor como les había dicho que tenemos, y le contribuyan con servicios y de lo que tuvieren, como hacemos todos sus vasallos; y les dijo otras muchas cosas la doña Marina, que lo sabía bien decir; y los que no quisiesen venir a se someter al dominio de su majestad, que les castigaría, y aun fray Juan de las Varillas y los dos religiosos franciscos que Cortés traía les predicaron cosas muy santas y buenas, y lo que decían, los frailes franciscos se lo declaraban dos indios mejicanos que sabían la lengua española, con otros intérpretes de aquella lengua; y más les dijo, que en todo les guardaría justicia, porque ansí lo mandaba nuestro rey y señor; y porque hubo otros muchos razonamientos y los entendieron muy bien los caciques, dijeron que se daban por vasallos de su majestad y que harían lo que Cortés les mandaba.