VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CLXI. Cómo Pedro de Albarado fue a Tutepeque a poblar una villa, y lo que en la pacificación de aquella provincia y poblar la villa le acaeció.
Es menester que volvamos algo atrás para dar relación desta ida que fue Pedro de Albarado a poblar a Tutepeque; y es así: que como se ganó la ciudad de Méjico, y se supo en todas las comarcas y provincias que una ciudad tan fuerte estaba por el suelo, enviaban a dar el parabién de la vitoria a Cortés, y a ofrecerse por vasallos de su majestad; y entre muchos grandes pueblos que en aquel tiempo vinieron, fue uno que se dice Tutepeque, zapotecas, y trajeron un presente de oro a Cortés, y dijéronle que estaban otros pueblos algo apartados que se decían Tutepeque, muy enemigos suyos, a que les venían a dar guerra porque habían enviado los de Guantepeque a dar la obediencia a su majestad, y que estaban en la costa del sur, y que era gente muy rica, así de oro que tenían en joyas, como de minas; y le demandaron a Cortés con mucha importunación les diesen hombres de a caballo y escopeteros y ballesteros para ir contra sus enemigos; e Cortés les habló muy amorosamente, y les dijo que quería enviar con ellos al Tonatio, que así lo llamaban al Pedro de Albarado; y dijo a fray Bartolomé que fuese con Albarado, y luego le dio sobre ciento y ochenta soldados, y entre ellos treinta y cinco de a caballo, y le mandó que en la provincia de Guaxaca, donde estaba un Francisco de Orozco por capitán, pues estaba de paz aquella provincia, que le demandase otros veinte soldados, y los más dellos ballesteros; y así como le fue mandado, ordenó su partida, y salió de Méjico el año de 22; e mandóle Cortés que luego fuese o viese ciertos peñoles que decían que estaban alzados, y entonces todo lo halló de paz y de buena voluntad, y tardó más de cuarenta días en llegar a Tutepeque; y el señor del y todos los principales, desque supieron que estaban ya cerca de su pueblo, le salieron a recebir de paz, y les llevaron a aposentar en lo más poblado del pueblo, adonde el cacique tenía sus adoratorios y sus grandes aposentos, y estaban las casas muy juntas unas de otras y son de paja; porque en aquella provincia no tenían azuteas, porque es tierra muy caliente; y dijo fray Bartolomé a Albarado, con sus capitanes y soldados, que no era bien aposentarse en aquellas casas tan juntas unas de otras, porque si ponían fuego no se podrían valer; y parecióle bien el consejo a Albarado, y fue acordado que se fuesen en cabo del pueblo.