VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CXX. Cómo llego Juan Velázquez de León y el mozo de espuelas que se decía Juan del Río al real de Narváez, y lo que en él paso.
Ya he dicho cómo envió Cortés al Juan Velázquez de León y al mozo de espuelas para que le acompañase o Cempoal, y a ver lo que Narváez quería, que tanto deseo tenía de tenello en su compañía; por manera que ansí como partieron de nuestro real se dio tanta prisa en el camino, y fue amanecer a Cempoal, y se fue a apear el Juan Velázquez en casa del cacique gordo, porque el Juan del Río no tenía caballo, y desde allí se van a pie a la posada de Narváez. Pues como los indios de Cempoal le conocieron, holgaron de le ver y hablar, y decían a voces a unos soldados de Narváez que allí posaban en casa del cacique gordo, que aquel era Juan Velázquez de León, capitán de Malinche; y ansí como lo oyeron los soldados, fueron corriendo a demandar albricias a Narváez cómo había venido Juan Velázquez de León, y antes que el Juan Velázquez llegase a la posada del Narváez, que ya le iba a le hablar, como de repente supo el Narváez su venida, le salió a recebir a la calle, acompañado de ciertos soldados, donde se encontraron el Juan Velázquez y el Narváez, y se hicieron muy grandes acatos, y el Narváez abrazó al Juan Velázquez, y le mandó sentar en una silla, que luego trajeron sillas cerca de sí, y le dijo que porqué no se fue a apear a su posada; y mandó a sus criados que le fuesen luego por el caballo y fardaje, si le llevaba, porque en su casa y caballeriza y posada estaría; y Juan Velázquez dijo que luego se quería volver, que no venía sino a besalle las manos, y a todos los caballeros de su real, y para ver si podía dar concierto que su merced y Cortés tuviesen paz y amistad.
Entonces dicen que el Narváez apartó al Juan Velázquez, y le comenzó a decir airado cómo que tales palabras le había de decir de tener amistad ni paz con un traidor que se alzó a su primo Diego Velázquez con la armada. Y el Juan Velázquez respondió que Cortés no era traidor, sino buen servidor de su majestad, y que ocurrir a nuestro rey y señor, como envió e ocurrió, no se le ha de atribuir a traición, y que le suplica que delante dél no se diga tal palabra. Y entonces el Narváez le comenzó a hacer grandes prometimientos que se quedase con él, y que concierte con los de Cortés que se le den y vengan luego a se meter en su obediencia, prometiéndole con juramento que sería en todo su real el más preeminente capitán, y en el mando segunda persona; y el Juan Velázquez respondió que mayor traición haría él en dejar al capitán que tiene jurado en la guerra y desamparallo, conociendo que todo lo que ha hecho en la Nueva España es en servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad; que no dejará de acudir a Cortés, como acudía a nuestro rey y señor, y que le suplica que no hable más en ello.
En aquella sazón habían venido a ver a Juan Velázquez todos los más principales capitanes del real de Narváez, y le abrazaban con gran cortesía, porque el Juan Velázquez era muy de palacio y de buen cuerpo, membrudo, y de buena presencia y rostro y la barba muy bien puesta, y llevaba una cadena muy grande de oro echada al hombro, que le daba vueltas debajo el brazo, y parecíale muy bien, como bravoso y buen capitán. Dejemos deste buen parecer de Juan Velázquez y cómo le estaban mirando todos los capitanes de Narváez, y aun nuestro padre fray Bartolomé de Olmedo también le vino a ver y en secreto hablar, y ansí mismo el Andrés de Duero y el alguacil mayor Bermúdez, y parece ser que en aquel instante ciertos capitanes de Narváez, que se decían Gamarra y un Juan Yuste, y un Juan Bono de Quejo, …