VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CII. Cómo nuestro Cortés procuró de saber de las minas de oro, y de qué calidad eran, y asimismo en que ríos estaban, y que puertos para navíos desde lo de Panuco basta lo de Tabasco, especialmente el río grande de Guacazualco, y lo que sobre ello pasó.

Estando Cortés e otros capitanes con el gran Montezuma, teniéndole en palacio, entre otras pláticas que le decía con nuestras lenguas doña Marina e Jerónimo de Aguilar e Orteguilla, le preguntó que a qué parte eran las minas e en qué ríos, e cómo y de qué manera cogían el oro que le traían en granos, porque quería enviar a vello dos de nuestros soldados grandes mineros. Y el Montezuma dijo que de tres partes, y que donde más oro se solía traer que era de una provincia que se dice Zacatula, que es a la banda del sur, que está de aquella ciudad andadura de diez o doce días, y que lo cogían con unas jícaras, en que lavan la tierra, e que allí quedan unos granos menudos después de lavado; e que ahora al presente se lo traen de otra provincia que se dice Gustepeque, cerca de donde desembarcamos, que es en la banda del norte, e que lo cogen de dos ríos; e que cerca de aquella provincia hay otras buenas minas, en parte que no son sujetos, que se dicen los chinatecas y capotecas, y que no le obedecen; y que si quiere enviar sus soldados, que él daría principales que vayan con ellos; y Cortés le dio las gracias por ello, y luego despachó un piloto que se decía Gonzalo de Umbría, con otros dos soldados mineros, a lo de Zacatula.

Aqueste Gonzalo de Umbría era al que Cortés mandó cortar los pies cuando ahorcó a Pedro Escuderos e a Juan Cermeño y azotó los Penates porque se alzaban en San Juan de Ulúa con el navío, según mas largamente lo tengo escrito en el capítulo que dello habla. Dejemos de contar más en lo pasado, y digamos cómo fueron con el Umbría, y se les dio de plazo para ir e volver cuarenta días. E por la banda del norte despachó para ver las minas a un capitán que se decía Pizarro, mancebo de hasta veinte y cinco años; y a este Pizarro trataba Cortés como a pariente. En aquel tiempo no había fama del Perú ni se nombraban Pizarros en esta tierra; e con cuatro soldados mineros fue, y llevó de plazo otros cuarenta días para ir e volver, porque había desde Méjico obra de ochenta leguas, e con cuatro principales mejicanos.

Ya partidos para ver las minas, como dicho tengo, volvamos a decir cómo le dio el gran Montezuma a nuestro capitán en un paño de nequen pintados y señalados muy al natural todos los ríos e ancones que había en la costa del norte Pánuco hasta Tabasco, que son obra de ciento cuarenta leguas, y en ellos venía señalado el río de Guazacualco; e como ya sabíamos todos los puertos y ancones que señalaban en el paño que le dio el Moutezuma, de cuando veníamos a descubrir con Grijalva, excepto el río de Guazacualco, que dijeron que era muy poderoso y hondo, acordó Cortés de enviar a ver qué era, y para hondar el puerto y la entrada. Y como uno de nuestros capitanes, que se decía Diego de Ordás, otras veces por mí nombrado, era hombre muy entendido y bien esforzado, dijo al capitán que él quería ir a ver aquel río y qué tierras había y qué manera de gente era, y que le diese hombres e indios principales que fuesen con él; y Cortés lo rehusaba, porque era hombre de buenos consejos y tenello en su compañía, y por no le descomplacer le dio licencia para que fuese; y el Montezuma le dijo al Ordás que en lo de Guazacualco no llegaba su señorío, e que eran muy esforzados, e que parase a ver lo que hacía, y que si algo le aconteciese no le cargasen ni culpasen a él; y que antes de llegar a aquella provincia toparía con sus guarniciones de gente de guerra, que tenía en frontera, y que si los hubiese menester, quelos llevase consigo; y dijo otros muchos cumplimientos.