VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO XCVII. Cómo estando el gran Montezuma preso, siempre Cortés y todos nuestros soldados le festejábamos y regocijábamos, y aun se le dio licencia para ir a sus cúes.

Como nuestro capitán en todo era muy diligente, y vio que el Montezuma estaba preso, y por temor no se congojase con estar encerrado y detenido, procuraba cada día, después de haber rezado, que entonces no teníamos vino para decir misa, de irle a tener palacio, e iban con él cuatro capitanes, especialmente Pedro de Albarado y Juan Velázquez de León y Diego de Ordás, y preguntaban al Montezumacon mucha cortesía, y que mirase lo que mandaba, que todo se haría, y que no tuviese congoja de su prisión; y le respondía que antes se holgaba de estar preso, y esto que nuestros dioses nos daban poder para ello, o su Huichilobos lo permitía; y de plática en plática le dieron a entender por medio del fraile más por extenso las cosas de nuestra santa fe y el gran poder del Emperador nuestro señor; y aun algunas veces jugaba el Montezuma con Cortés al totoloque, que es un juego que ellos así le llaman, con unos bodoquillos chicos muy lisos que tenían hechos de oro para aquel juego, y tiraban con aquellos bodoquillos algo lejos a unos tejuelos que también eran de oro, e a cinco rayas ganaban o perdían ciertas piezas e joyas ricas que ponían. Acuérdome que tanteaba a Cortés Pedro de Albarado, e al gran Montezuma un sobrino suyo, gran señor; y el Pedro de Albarado siempre tanteaba una raya de más de las que había Cortés, y el Montezuma, como lo vio, decía con gracia y risa que no quería que le tantease a Cortés el Tonatio, que así llamaban al Pedro de Albarado; porque hacía mucho ixoxol en lo que tanteaba, que quiere decir en su lengua que mentía, que echaba siempre una raya de más; y Cortés y todos nosotros los soldados que aquella sazón hacíamos guarda no podíamos estar de risa por lo que dijo el gran Montezuma.

Dirán agora que por qué nos reímos de aquella palabra. E porque el Pedro de Albarado, puesto que era de gentil cuerpo y buena manera, era vicioso en el hablar demasiado, y como le conocimos su condición, por esto nos reímos tanto. E volvamos al juego: y si ganaba Cortés, daba las joyas a aquellos sus sobrinos y privados del Montezuma que le servían; y si ganaba Montezuma, nos lo repartía a los soldados que le hacíamos guarda; y aun no contento por lo que nos daba del juego, no dejaba cada día de darnos presentes de oro y ropa, así a nosotros como al capitán de la guarda, que entonces era Juan Velázquez de León, y en todo se mostraba Juan Velázquez grande amigo e servidor de Montezuma.

También me acuerdo que era de la vela un soldado muy alto de cuerpo y bien dispuesto y de muy grandes fuerzas, que se decía Fulano de Trujillo, y era hombre de la mar, y cuando le cabía el cuarto de la noche de la vela, era tan mal mirado, que hablando aquí con acato de los señores leyentes, hacía cosas deshonestas, que lo oyó el Montezuma; e como era un rey destas tierras y tan valeroso, túvolo a mala crianza y desacato, que en parte que él lo oyese se hiciese tal cosa, sin tener respeto a su persona; y preguntó a su paje Orteguilla que quién era aquel mal criado e sucio, e dijo que era hombre que solía andar en la mar e que no sabe de policía e buena crianza, y también le dio a entender de la calidad de cada uno de los soldados que allí estábamos, cuál era caballero y cuál no, y le decía a la contina muchas cosas que el Montezuma deseaba saber. Y volvamos a nuestro soldado Trujillo, que desque fue de día Montezuma lo mandó llamar,…