VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO LXXXVII. Cómo el gran Montezuma nos envió otros embajadores con un presente de oro y mantas, y lo que dijeron a Cortés, y lo que les respondió.

Ya que estábamos de partida para ir nuestro camino a Méjico, vinieron ante Cortés cuatro principales mejicanos que envió Montezuma, y trujeron un presente de oro y mantas; y después de hecho su acato, como lo tenían de costumbre, dijeron: «Malinche, este presente te envía nuestro señor el gran Montezuma, y dice que le pesa mucho por el trabajo que habéis pasado en venir de tan lejas tierras a le ver, y que ya te ha enviado a decir otra vez que te dará mucho oro y plata y chalchihuis en tributo para vuestro emperador y para vos y los demás teules que traéis, y que no vengas a Méjico. Ahora nuevamente te pide por merced que no pases de aquí adelante, sino que te vuelvas por donde veniste; que él te promete de te enviar al puerto mucha cantidad de oro y plata y ricas piedras para ese vuestro rey, y para ti te dará cuatro cargas de oro, y para cada uno de tus hermanos una carga; porque ir a Méjico, es excusada tu entrada dentro, que todos sus vasallos están puestos en armas para no os dejar entrar.» Y demás desto, que no tenía camino, sino muy angosto, ni bastimentos que comiésemos; y dijo otras muchas razones y inconvenientes para que no pasásemos de allí; e Cortés con mucho amor abrazó a los mensajeros, puesto que le pesó de la embajada, y recibió el presente, que ya no se me acuerda qué tanto valía; e a lo que yo vi y entendí, jamás dejó de enviar Montezuma oro, poco o mucho, cuando nos enviaba mensajeros, como otra vez he dicho.

Y volviendo a nuestra relación, Cortés les respondió que se maravillaba del señor Montezuma, habiéndose dado por nuestro amigo y siendo tan gran señor, tener tantas mudanzas, que unas veces dice uno y otras envía a mandar al contrario. Y que en cuanto a lo que dice que dará el oro para nuestro señor el Emperador y para nosotros, que se le tiene en merced, y por aquello que ahora le envía, que en buenas obras se lo pagará, el tiempo andando; y que si le parecerá bien que estando tan cerca de su ciudad, será bueno volvernos del camino sin hacer aquello que nuestro señor nos manda. Que si el señor Montezuma hubiese enviado mensajeros y embajadores a algún gran señor, como él es, e ya que llegasen cerca de su casa aquellos mensajeros que enviaba se volviesen sin le hablar y decille a lo que iban, cuando volviesen ante su presencia con aquel recaudo, ¿qué merced les haría, sino tenellos por cobardes y de poca calidad? Que así haría el emperador nuestro señor con nosotros; y que de una manera o otra que habíamos de entrar en su ciudad, y desde allí adelante que no le enviase más excusas sobre aquel caso, porqué le ha de ver y hablar y dar razón de todo el recaudo a que hemos venido, y ha de ser a su sola persona; y cuando lo haya entendido, si no le pareciere bien nuestra estada en su ciudad, que nos volveremos por donde venimos. E cuanto a lo que dice, que no tiene comida sino muy poco, e que no nos podremos sustentar, que somos hombres que con poca cosa que comemos nos pagamos, e que ya vamos a su ciudad, que haya por bien nuestra ida.