Los Miserables
Autor: Víctor Hugo
Tercera Parte: Marius
Libro primero
París estudiado en su átomo
Cap IV : Puede resultar útil.
París empieza en el papanatas y acaba en el golfillo, dos seres que no pueden darse en ninguna otra ciudad: la aceptación pasiva, que se contenta con mirar, y la iniciativa inagotable; Prudhomme y Fouillou. Sólo en la historia natural de París hay algo así. El papanatas es la quintaesencia de la monarquía. El golfillo es la quintaesencia de la anarquía.
Ese hijo pálido de los arrabales de París vive y crece, se urde y «se desurde» con dolor, en presencia de las realidades sociales y de los sucesos humanos, testigo meditabundo. Se toma por despreocupado, pero no lo es. Mira, dispuesto a echarse a reír; dispuesto también a otra cosa. Quienquiera, sea quien sea, a quien se lo conozca por el nombre de Prejuicio, Abuso, Ignominia, Opresión, Iniquidad, Despotismo, Injusticia, Fanatismo, Tiranía, que tenga cuidado con el golfillo decidido.
Ese niño crecerá.
¿Con qué arcilla lo amasaron? Con el primer fango que tuvieron a mano. Un puñado de barro, un hálito y ya tenemos a Adán. Basta con que pase un dios. Por un golfillo siempre ha pasado un dios. La fortuna moldea a ese ser menudo. Cuando decimos la fortuna queremos decir, hasta cierto punto, la aventura. Ese pigmeo, modelado con tierra basta y corriente, ignorante, iletrado, despistado, vulgar, populachero, ¿será jónico o beocio? No tengáis prisa, currit rota, el alma de París, ese demonio que crea del azar a los niños y a los hombres del destino, al revés de lo que hacía el alfarero latino, convierte el jarro en ánfora.