VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CCXII. De otras pláticas y relaciones que aquí irán declaradas, que serán agradables de oír.

Como acabé de sacar en limpio esta mi relación, me rogaron dos licenciados que se la emprestase para saber muy por extenso los cosas que pasaron en las conquistas de Méjico y Nueva España, y ver en qué diferencia lo que tenían escrito los coronistas Francisco López de Gómora y el doctor Illéscas acerca de las heroicas hazañas que hizo el marqués del Valle, de lo que en esta relación escribo; e yo se la presté, porque de sabios siempre se pega algo a los idiotas sin letras como yo soy, y les dije que no enmendasen cosa ninguna de las conquistas, ni poner ni quitar, porque todo lo que yo escribo es muy verdadero; y cuando lo hubieron visto y leído los dos licenciados, el uno dellos era muy retórico, y tal presunción tenía de si, que después de la sublimar y alabar de la gran memoria que tuve para no se me olvidar cosa de todo lo que pasamos dende que venimos a descubrir primero que viniese Cortés dos veces, y la postrera vine con Cortés, que fue en el año de 17 con Francisco Hernández de Córdoba, y en el 18 con un Juan de Grijalva, y en el de 19 vine con el mismo Cortés; y volviendo a mi plática, me dijeron los licenciados que cuanto a la retórica, que va según nuestro común hablar de Castilla la Vieja, e que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni afeitadas, que suelen componer los coronistas que han escrito en cosas de guerras, sino toda una llaneza, y debajo de decir verdad se encierran las hermoseadas razones; y más dijeron, que les parece que me alabo mucho de mí mismo en lo de las batallas y reencuentros de guerra en que me hallé, y que otras personas lo habían de decir y escribir primero que yo; y también, que para dar más crédito a lo que he dicho, que diese testigos y razones de algunos coronistas que lo hayan escrito, como suelen poner y alegar los que escriben, y aprueban con otros libros de cosas pasadas, y no decir, como digo tan secamente, esto hice y tal me acaeció, porque yo no soy testigo de mí mismo.