VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CLXXXIV. Cómo el capitán Gonzalo de Sandoval, que estaba en Naco, prendió a cuarenta soldados españoles y a su capitán, que venían de la provincia de Nicaragua, y hacían muchos daños y robos a los indios de los pueblos por donde pasaban.

Estando Sandoval en el pueblo de Naco atrayendo de paz todos los más pueblos de aquella comarca, vinieron ante él cuatro caciques de dos pueblos que se decían Quecuspan y Tanchinalchapa, y dijeron que estaban en sus pueblos muchos españoles de la manera de los que con él estábamos, con armas y caballos, y que les tomaban sus haciendas e hijas y mujeres, y que las echaban en cadenas de hierro, de lo cual hubo gran enojo el Sandoval; y preguntando que qué tanto sería de allí donde estaban, dijeron que en un día llegaríamos; y luego nos mandó apercebir a los que habíamos de ir con él, lo mejor que podíamos, con nuestras armas y caballos y ballestas y escopetas, y fuimos con él setenta hombres; y llegados a los pueblos donde estaban los soldados, les hallamos muy de reposo, sin pensamiento que los habíamos de prender; y como nos vieron ir de aquella manera, se alborotaron y echaron mano a las armas, y de presto prendimos al capitán y a otros muchos dellos, sin que hubiese sangre ni de una parte ni de otra; y Sandoval les dijo con palabras algo desabridas, si les parecía bien andar robando a los vasallos de su majestad, y si sería buena conquista y pacificación aquella; y unos indios e indias que traían en collares se los hizo sacar dellos y se los dio a los caciques de aquel pueblo, y a los demás mandó que se fuesen a sus tierras, que era cerca de allí.

Pues como aquello fue hecho, mandó al capitán que allí venía, que se decía Pedro de Garro, que él y sus soldados fuesen presos y se fuesen con nosotros al pueblo de Naco, y caminamos con ellos; y traían los soldados muchas indias de Nicaragua, y algunas dellas hermosas, e indias naborias que tenían en su servicio, y todos los más dellos traían caballos; y como nosotros estábamos trillados y deshechos de los caminos pasados, y no teníamos indias que nos hiciesen pan, eran ellos unos condes en el servirse, según nuestra pobreza.