VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CLXXIX. Cómo Cortés entró en la villa donde estaban poblados los de Gil González de Ávila, y de la gran alegría que todos los vecinos hubieron, y lo que Cortés ordenó.
Después que Cortés hubo pasado el gran río del Golfo-Dulce de la manera que dicho tengo, fue a la villa donde estaban poblados los españoles de Gil González de Ávila, que sería de allí a dos leguas, que estaban junto a la mar, y no adonde solían estar primero poblados, que llamaron San Gil de Buena-Vista; y cuando vieron entre sus casas hombres a caballo y otros seis a pie, espantáronse en gran manera, y como supieron que era Cortés, que tan nombrado era en todas estas partes de las Indias y en Castilla, no sabían qué se hacer de placer; y después de venir todos a besarle las manos y darle el parabién-venido, Cortés les habló muy amorosamente, y mandó al teniente, que se decía Nieto, fuese donde daban carena al navío y trujesen dos bateles que tenían, y que si había canoas, que asimismo las trujesen atadas de dos en dos, y mandó que se buscase todo el cazabe que allí tenían y lo llevasen al capitán Sandoval, que otro pan de maíz no había para que comiesen, y repartiese entre todos nosotros los de su ejército; y el teniente lo buscó luego y no se hallaron cincuenta libras dello, porque no comían sino zapotes asados y legumbres y algún marisco que pescaban; y aun aquel cazabe que dieron guardaron para el matalotaje para irse a Cuba cuando estuviese calafateado el navío; y con dos bateles y ocho marineros que luego vinieron, escribió Cortés a Sandoval que él mismo en persona y el capitán Luis Marín fuesen los postreros que pasasen aquel gran río, y que mirase que no se embarcasen más de los que él mandase.
Y los bateles pasaron sin mucha carga, por causa de la gran corriente del río, que venía muy crecido y rucio, y con cada batel dos caballos, y en las canoas no pasase caballo ninguno, que se perderían y trastornarían, según la furia del corriente; y sobre el pasar delante uno que se decía Saavedra, hermano de otro Abalos, parientes de Cortés, querían pasar primero, puesto que Sandoval decía que en la primera barca pasarían, porque pasaban en aquella sazón los tres religiosos, y que era justo tener primero cumplimiento con ellos; y como el Saavedra era pariente de Cortés, no quisiera que Sandoval le pusiera impedimento, sino que callara; y respondióle no tan bien mirado como convenía; y el Sandoval, que no se las sufría, tuvieron palabras, de manera que el Saavedra echó mano a un puñal; y puesto que el Sandoval, como estaba dentro en el río a más de la rodilla el agua deteniendo que los bateles no se cargasen demasiado, ansí como estaba arremetió al Saavedra, y le tenía tomada la mano donde tenía el puñal, y le derrocó en el agua, y si de presto no nos metiéramos entre ellos y los despartiéramos, ciertamente el Saavedra librara mal, porque todos los más soldados nos mostramos de la parte del Sandoval.