VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CLVIII. Cómo llegó al puerto de la Villa-Rica un Cristóbal de Tapia, que venía para ser gobernador.

Pues como Cortés hubo despachado los capitanes y soldados por mí ya dichos a pacificar y poblar provincias, en aquella sazón vino un Cristóbal de Tapia, veedor de la isla de Santo Domingo, con provisiones de su majestad, guiadas y encaminadas por don Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos y arzobispo de Rosano, porque ansí se llamaba, para que le admitiesen a la gobernación de la Nueva España; y demás de las provisiones, traía muchas cartas misivas del mismo obispo para Cortés y para otros muchos conquistadores y capitanes de los que habían venido con Narváez, para que favoreciesen al Cristóbal de Tapia; y demás de las cartas que traía cerradas y selladas del Obispo, traía otras en blanco para que el Tapia en la Nueva España pusiese todo lo que quisiese y le pareciese, y en todas ellas traía grandes prometimientos que nos haría muchas mercedes si dábamos la gobernación al Tapia, y por otra parle muchas amenazas, y decía que su majestad nos enviaría a castigar. Dejemos desto; que Tapia presentó sus provisiones en la Villa-Rica de la Veracruz delante de Gonzalo de Albarado, hermano de Pedro de Albarado, que estaba en aquella sazón por teniente de Cortés, porque un Rodrigo Rángel, que solía estar allí por alcalde mayor, no sé qué desatinos había hecho cuando allí estaba, y le quitó Cortés el cargo.

Y presentadas las provisiones, el Gonzalo de Albarado las obedeció y puso sobre su cabeza como provisiones y mando de su rey y señor; e que en cuanto al cumplimiento, que se juntarían los alcaldes y regidores de aquella villa e que platicarían y verían cómo y de qué manera eran ganadas y habidas aquellas provisiones, e que todos juntos las obedecían, porque él solo era una persona, y también porque querían ver si su majestad era sabidor que tales provisiones se enviasen; y esta respuesta no le cuadró bien al Tapia, y aconsejáronle que se fuese luego a Méjico, adonde estaban Cortés con todos los más capitanes y soldados, y que allá las obedecerían; y demás de presentar las provisiones, como dicho tengo, escribió a Cortés de la manera que venía por gobernador; y como Cortés era muy avisado, si muy buenas cartas le escribió el Tapia, y vio las ofertas y ofrecimientos del obispo de Burgos, y por otra parte las amenazas; si muy buenas palabras y muy llenas de cumplimientos él le escribió, otras muy mejores y mas halagüeñas y blandosamente y amorosas y llenas de cumplimientos le escribió Cortés en respuesta; y luego Cortés rogó y mandó a ciertos de nuestros capitanes que se fuesen a ver con el Tapia, los cuales fueron Pedro de Albarado y Gonzalo de Sandoval y Diego de Soto el de Toro y un Valdenebro y el capitán Andrés de Tapia, a los cuales envió a llamar por la posta que dejasen de poblar por entonces las provincias en que estaban, e que fuesen a la Villa-Rica, donde estaba el Cristóbal de Tapia, y con ellos mandó que fuese un fraile que se decía fray Pedro Melgarejo de Urraca.