VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CLVII. Cómo mandó Cortés adobar los caños de Chalputepeque, e otras muchas cosas.
La primera cosa que mandó Cortés a Guatemuz fue que adobasen los caños del agua de Chalputepeque, según y de la manera que solían estar antes de la guerra, e que luego fuese el agua por sus caños a entrar en aquella ciudad de Méjico; e que luego con mucha diligencia limpiasen todas las calles de Méjico de todas aquellas cabezas y cuerpos de muertos, que todas las enterrasen, para que quedasen limpias y sin que hubiese hedor ninguno en toda aquella ciudad; y que todas las calzadas y puentes que las tuviesen tan bien aderezadas como de antes estaban, y que los palacios y casas que las hiciesen nuevamente, y que dentro de dos meses se volviesen a vivir en ellas; y luego les señaló Cortés en qué parte habían de poblar, y la parte que habían de dejar desembarazada para en que poblásemos nosotros.
Dejémonos agora destos mandados y de otros que ya no me acuerdo, y digamos cómo el Guatemuz y todos sus capitanes dijeron a nuestro capitán Cortés que muchos capitanes y soldados que andaban en los bergantines, y de los que andábamos en las calzadas batallando, les habíamos tomado muchas hijas y mujeres de algunos principales; que le pedían por merced que se las hiciese volver; y Cortés les respondió que serían muy malas de las haber de poder de los compañeros que las tenían, y puso alguna dificultad en ello; pero que las buscasen y trajesen ante él, e que vería si eran cristianas o si querían volver a casa de sus padres y de sus maridos, y que luego se las mandaría dar; y dioles licencia para que las buscasen en todos tres reales, e un mandamiento para que el soldado que las tuviese luego se las diese si las indias se querían volver de buena voluntad con ellos; y andaban muchos principales en busca dellas de casa en casa, y eran tan solícitos, que las hallaron, y las más dellas no quisieron ir con sus padres ni madres ni maridos, sino estarse con los soldados con quien estaban, y otras se escondían, y otras decían que no querían volver a idolatrar, y aun algunas dellas estaban ya preñadas; y desta manera, no llevaron sino tres, que Cortés mandó expresamente que las diesen.
Dejemos desto, y digamos que luego mandó hacer unas atarazanas y fortaleza en que estuviesen los bergantines, y nombró alcaide que estuviese en ellas, y paréceme que fue a Pedro de Albarado, hasta que vino de Castilla un Salazar que se decía de la Pedrada.
Digamos de otra materia: cómo se recogió todo el oro y plata y joyas que se hubieron en Méjico, e fue muy poco, según pareció, porque todo lo demás hubo fama que lo mandó echar Guatemuz en la laguna cuatro días antes que se prendiese; e que demás desto, que lo habían robado los tlascaltecas y los de Tezcuco y Guazocingo y Cholula, y todos los demás de nuestros amigos que estaban en la guerra; y demás desto, que los que andaban en los bergantines robaron su parte; por manera que los oficiales del Rey decían y publicaban que Guatemuz lo tenía escondido, y Cortés holgaba dello de que no lo diese, por habello él todo para sí; y por estas causas acordaron de dar tormento a Guatemuz y al señor de Tacuba, que era su primo y gran privado; y ciertamente le pesó mucho a Cortés, porque a un señor como Guatemuz, rey de tal tierra, que es tres veces más que Castilla, le atormentasen por codicia del oro, que ya habían hecho pesquisas sobre ello, y todos los mayordomos de Guatemuz decían que no había más de lo que los oficiales del Rey tenían en su poder, y eran hasta trecientos y ochenta mil pesos de oro, porque ya lo habían fundido y hecho barras; y de allí se sacó el real quinto, e otro quinto para Cortés;…