VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CXLVI. Cómo desque llegamos con Cortés a Tezcuco con todo nuestro ejército y soldados, de la entrada de rodear los pueblos de la laguna, tenían concertado entre ciertas personas de los que habían pasado con Narváez, de matar a Cortés y a todos los que fuésemos en su defensa; y quien fue primero autor de aquella chirinola fue uno que había sido gran amigo de Diego Velázquez, gobernador de Cuba; al cual soldado Cortés le mandó ahorcar por sentencia; y cómo se herraron los esclavos y se apercibió todo el real y los pueblos nuestros amigos, y se hizo alarde y ordenanzas, y otras cosas que más pasaron.
Ya he dicho, como veníamos tan destrozados y heridos de la entrada por mí nombrada, pareció ser que un gran amigo del gobernador de Cuba, que se decía Antonio de Villafaña, natural de Zamora u de Toro, se concertó con otros soldados de los de Narváez, los cuales no nombro sus nombres por su honor, que así como viniese Cortés de aquella entrada, que le matasen, y había de ser desta manera: que, como en aquella sazón había venido un navío de Castilla, que cuando Cortés estuviese sentado a la mesa comiendo con sus capitanes e soldados, que entre aquellas personas que tenían hecho el concierto, que trujesen una carta muy cerrada y sellada, como que venía de Castilla, y que dijesen que era de su padre Martín Cortés, y que cuando la estuviese leyendo le diesen de puñaladas, así al Cortés como a todos los capitanes y soldados que cerca de Cortés nos hallásemos en su defensa.
Pues ya hecho y consultado todo lo por mí dicho, los que lo tenían concertado, quiso nuestro Señor que dieron parle del negocio a dos personas principales, que aquí tampoco quiero nombrar, que habían ido en la entrada con nosotros, y aun a uno dellos en el concierto que tenían le habían nombrado por uno de los capitanes generales después que hubiesen muerto a Cortés; y asimismo a otros soldados de los de Narváez hacían alguacil mayor e alférez, y alcaldes y regidores, y contador y tesorero y veedor, y otras cosas deste arte, y aun repartido entre ellos nuestros bienes y caballos; y este concierto estuvo encubierto dos días después que llegamos a Tezcuco; y nuestro Señor Dios fue servido que tal cosa no pasase, porque era perderse la Nueva España y todos nosotros muriéramos, porque luego se levantaran bandos y chirinolas.