VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CXXXVI. Cómo demandaron licencia a Cortés los capitanes y personas más principales de los que Narváez había traído en su compañía para se volver a la isla de Cuba, y Cortés se la dio y se fueron. Y de cómo despachó Cortés embajadores para Castilla y para Santo Domingo y Jamaica, y lo que sobre cada cosa acaeció.
Como vieron los capitanes de Narváez que ya teníamos socorros, así de los que vinieron de Cuba como los de Jamaica que había enviado Francisco de Garay para su armada, según lo tengo declarado en el capítulo que dello habla, y vieron que los pueblos de la provincia de Tepeaca estaban pacíficos, después de muchas palabras que a Cortés dijeron, con grandes ofertas y ruegos le suplicaron que les diese licencia para se volver a la isla de Cuba, pues se lo había prometido, y luego Cortés se la dio, y les prometió que si volvía a ganar la Nueva España y ciudad de Méjico, que al Andrés de Duero, su compañero, que le daría mucho más oro que le había de antes dado; y así hizo otras ofertas a los demás capitanes, en especial a Agustín Bermúdez, y les mandó dar matalotaje que en aquella sazón había, que era maíz y perrillos salados y algunas gallinas, y un navío de los mejores, y escribió Cortés a su mujer Catalina Juárez la Marcaida y a Juan Núñez, su cuñado, que en aquella sazón vivía en la isla de Cuba, y les envió ciertas barras y joyas de oro, y les hizo saber todas las desgracias y trabajos que nos habían acaecido, y cómo nos echaron de Méjico.
Dejemos esto, y digamos las personas que pidieron la licencia para se volver a Cuba, que todavía iban ricos, y fueron Andrés de Duero y Agustín Bermúdez, y Juan Bono de Quejo y Bernardino de Quesada, y Francisco Velázquez el corcovado, pariente del Diego Velázquez el gobernador de Cuba, y Gonzalo Carrasco el que vive en la Puebla, que después se volvió a esta Nueva España, y un Melchor de Velasco, que fue vecino de Guatimala, y un Jiménez que vive en Guajaca, que fue por sus hijos, y el comendador León de Cervantes, que fue por sus hijas, que después de ganado Méjico las casó muy honradamente; y se fue uno que se decía Maldonado, natural de Medellín, que estaba doliente; no digo Maldonado el que fue marido de doña María del Rincón, ni por Maldonado el ancho, ni otro Maldonado que se decía Álvaro Maldonado el fiero, que fue casado con una señora que se decía María Arias; y también se fue un Vargas, vecino de la Trinidad, que le llamaban en Cuba Vargas el galán; no digo el Vargas que fue suegro de Cristóbal Lubo, vecino que fue de Guatimala; y se fue un soldado de los de Cortés, que se decía Cárdenas, piloto; aquel Cárdenas fue el que dijo a un su compañero que ¿cómo podíamos reposar los soldados teniendo dos reyes en esta Nueva España? Este fue a quien Cortés dio trecientos pesos para que se fuese con su mujer e hijos…