VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.
CAPÍTULO CXVIII. Cómo en nuestro real hicimos alarde de los soldados que éramos, y como trajeron ducientas y cincuenta picas muy largas, con unos hierros de cobre cada una, que Cortés había mandado hacer en unos pueblos que se dicen los chicbinatecas, y nos imponíamos cómo habíamos de jugar dellas para derrocar la gente de a caballo que tenía Narváez, y otras cosas que en el real pasaron.
Volvamos a decir algo atrás de lo dicho, y lo que mas pasó. Así como Cortés tuvo noticia del armada que traía Narváez, luego despachó un soldado que había estado en Italia, bien diestro de todas armas, y más de jugar una pica, y le envió a una provincia que se dice los chichinatecas, junto adonde estaban nuestros soldados los que fueron a buscar minas; porque aquellos de aquella provincia eran muy enemigos de los mejicanos e pocos días había que tomaron nuestra amistad, e usaban por armas muy grandes lanzas, mayores que las nuestras de Castilla, con dos brazas de pedernal e navajas; y envióles a rogar que luego le trajesen a doquiera que estuviesen trecientas dellas, e que les quitasen las navajas, e que pues tenían mucho cobre, que les hiciesen a cada una dos hierros, y llevó el soldado la manera cómo habían de ser los hierros; y como llegó, de presto buscaron las lanzas e hicieron los hierros; porque en toda la provincia a aquella sazón había cuatro o cinco pueblos, sin muchas estancias, y las recogieron, e hicieron los hierros muy más perfectamente que se los enviamos a mandar; y también mandó a nuestro soldado, que se decía Tovilla, que les demandase dos mil hombres de guerra, e que para el día de pascua del Espíritu Santo viniese con ellos al pueblo de Panguenequita, que ansí se decía, o que preguntase en qué parte estábamos, e que todos dos mil hombres trajesen lanzas; por manera que el soldado se los demandó, e los caciques dijeron que ellos vernían con la gente de guerra; y el soldado se vino luego con obra de ducientos indios, que trajeron las lanzas, y con los demás indios de guerra quedó para venir con ellos otro soldado de los nuestros, que se decía Barrientos; y este Barrientos estaba en la estancia y minas que descubrían, ya otra vez por mí nombradas, y allí se concertó que había de venir de la manera que está dicho a nuestro real; porque sería de andadura diez o doce leguas de lo uno a lo otro.