VERDADERA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL CAPITÁN BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, UNO DE SUS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO CXV. Cómo el gran Montezuma preguntó a Cortés que cómo quería ir sobre el Narváez, siendo los que traía doblados más que nosotros, y que le pesaría mucho si nos viniese algún mal.

Como estaba platicando Cortés con el gran Montezuma, como lo tenían de costumbre, dijo el Montezuma a Cortés: «Señor Malinche, a todos vuestros capitanes e compañeros os veo andar desasosegados, e también he visto que no me visitáis sino de cuando en cuando, e Orteguilla el paje me dice que queréis ir de guerra sobre esos vuestros hermanos que vienen en los navíos, e que queréis dejar aquí en mi guarda al Tonatio; hacedme merced que me lo declaréis, para que si yo en algo os pudiere serviré ayudar, lo haré de muy buena voluntad. E también, señor Malinche, no querría que os viniese algún desmán, porque vos tenéis muy pocos teules, y esos que vienen son cinco veces más; e ellos dicen que son cristianos como vosotros e vasallos de ese vuestro emperador, e tienen imágenes y ponen cruz, e les dicen misa, e dicen e publican que sois gentes que venistes huyendo de Castilla de vuestro rey y señor, e que os vienen a prender o a matar; en verdad que yo no os entiendo. Por tanto, mirad primero lo que hacéis.»

Y Cortés le respondió con nuestras lenguas doña Marina e Jerónimo de Aguilar, con un semblante muy alegre, que si no le ha venido a dar relación dello, es como le quiere mucho y por no le dar pesar con nuestra partida, e que por esta causa lo ha dejado, porque así tiene por cierto que el Montezuma le tiene voluntad. E que cuanto a lo que dice, que todos somos vasallos de nuestro gran emperador, que es verdad, e de ser cristianos como nosotros, que sí son; e a lo que dicen que venimos huyendo de nuestro rey y señor, que no es así, sino que nuestro rey nos envió para velle y hablalle todo lo que en su real nombre le ha dicho e platicado; e a lo que dice que trae muchos soldados e noventa caballos e muchos tiros e pólvora, e que nosotros somos pocos, e que nos vienen a matar e prender, nuestro Señor Jesucristo, en quien creemos e adoramos, e nuestra Señora santa María, su bendita Madre, nos dará fuerzas, y más que no a ellos, pues que son malos e vienen de aquella manera. E que como nuestro emperador tiene muchos reinos e señoríos, hay en ellos mucha diversidad de gentes, unas muy esforzadas e otras mucho más, e que nosotros somos de dentro de Castilla, que llaman Castilla la Vieja, e nos nombran por sobrenombre castellanos; e que el capitán que está ahora en Cempoal y la gente que trae que es de otra provincia que llaman Vizcaya, e que tienen la habla muy revesada, como a manera de decir como los otomis tierra de Méjico; e que él verá cuál se los traeríamos presos; e que no tuviese pesar por nuestra ida, que presto volveríamos con vitoria. E lo que ahora le pide por merced, que mire que queda con él su hermano Tonatio, que así llamaban a Pedro de Albarado, con ochenta soldados; que después que salgamos de aquella ciudad no haya algún alboroto, ni consienta a sus capitanes e papas hagan cosas que sean mal hechas, porque después que volvamos, si Dios quisiere, no tengan que pagar con las vidas los malos revolvedores; e que todo lo que hubiere menester de bastimentos, que se los diesen; e allí le abrazó Cortés dos veces al Montezuma, e asimismo el Montezuma a Cortés; e doña Marina, como era muy avisada, se lo decía de arte que ponía tristeza con nuestra partida.