Fausto – Johann Wolfgang Von Goethe
Prólogo en el cielo
El Señor, las Dominaciones celestiales, después Mefistófeles.
Los tres arcángeles se adelantan.
Rafael
En su prescrita carrera,
se acorda el sol al concento
que va, de esfera en esfera,
sonando en el firmamento.
A tal vista, el ángel cobra,
sin comprenderla, energía;
bella, la inescrutable obra,
bella es como el primer día.
Gabriel
¡Rápida gira en su eterna
órbita, la tierra hermosa,
y luz del Edén alterna
con la noche pavorosa!
El mar espumeando toca
la piedra hincada en el suelo,
y arrebata mar y roca.
el curso eterno del cielo.
Miguel
Se desata furibundo
huracán en mar y tierra
y al estremecido mundo
cadena de terror cierra.
Allí, llamas que devoran
muestran, del rayo, el camino:
¡mas tus ministros adoran
Señor, tu día divino!
Los Tres
A tal vista el ángel cobra,
sin comprenderte, energía
y toda tu sublime obra,
bella es como el primer día.
Mefistófeles
Pues qué, Señor, a mí otra vez te acercas
y quieres preguntar cómo nos vaya;
pues que otros tiempos, con placer, me has visto,
héteme aquí, metido en tu comparsa.
Perdona que no diga grandes frases
ni aun cuando el auditorio me silbara;
y a fe, mi pathos te daría risa
si ya no la tuvieses olvidada.